
Por Aura María Gavilán-Posse
Se cancela la posibilidad de crear una cárcel para los inmigrantes indocumentados, que sean arrestados por Inmigración en la ciudad de Charlotte.
La noticia alegra a unos y entristece a otros.
Se esperaba que los detenidos estuvieran más cerca de sus seres queridos, antes de ser enviados a su lugar de origen.
La pregunta es entonces ¿Para qué se pondrá a funcionar una corte de inmigración en la ciudad, a partir de la primavera, si de todas maneras el doloroso viaje de los indocumentados no va a cambiar?
El ir y venir entre los centros detenciones de Georgia y Alabama va a seguir igual, pues es decisión de los jueces enviarlos a donde a ellos se les venga en gana.
Las cárceles para indocumentados en este país son inversiones privadas, de grandes capitales, que generan millonarias ganancias.
Así es que ellos no se van a quedar tan tranquilos y están pensando, si no en Charlotte, construir la prisión en Gastonia o en sus alrededores.
Entre tanto, nadie aboga por los trabajadores deportables que son arrestados, los cuales están como un barco a la deriva durante varios meses, hasta poder regresar a sus países de origen.
Y después dicen que los inmigrantes no generan utilidades.
Esa es la justicia para los frágiles, o mejor es decir: la injusticia.
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